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Abram respondió a Sarai:

—He aquí, tu sierva está en tus manos. Haz con ella como te parezca bien.

Como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia. Pero el ángel del SEÑOR la encontró en el desierto junto a un manantial de agua (el manantial que está en el camino de Shur), y le dijo:

—Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes y a dónde vas?

Ella respondió:

—Huyo de la presencia de Sarai, mi señora.

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